domingo, 28 de octubre de 2012

Comulgando en San Juan

«Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.                                                         
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban                                        
como peces sorprendidos,
mitad llenos de lumbre,
mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
 
                                            F. García Lorca







Anoche salté las hogueras y me entregué a Apolo y a Minerva pidiendo pureza y salud, para conseguir que la luz predomine sobre las tinieblas, interponiéndome entre el mundo del más allá y el de más acá.

Busqué afanada el trébol de cuatro hojas para los buenos augurios en el rocío de la madrugada.


Dejé mis pies desnudos sobre la hierba y esperé a que el amor esperado viniera para llevarme al río a comulgar con lácteos adquiridos.


Después, empanada de arena y crema, me sumergí entre las olas y comulgué con mi mar pidiendo fuerza y sobre todo amor, mucho amor.


 

                                                                                           25 Junio 2012

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