domingo, 28 de octubre de 2012

En el mar “Madriterráneo”

Te escribo desde mi cruz a tu soledad,
a ti, que tantas veces me miraste sin verme
y me oíste sin escucharme.
A ti, que tantas veces prometiste
seguirme de cerca
y sin saber por qué te distanciaste
de las huellas que dejé en el mundo
para que no te perdieras.
A ti, que no siempre crees que estoy contigo,
que me buscas sin hallarme 
  y a veces pierdes la fe en encontrarme,   a ti, que a veces piensas que soy un recuerdo
     y no comprendes que estoy viva”.

 

 

 

 

 

 

 De vuelta de nuevo en mi mar, me levanto saboreando una mañana más el olor a césped y cloro mientras me preparo a deleitar un desayuno digno sólo de estos mares. Qué razón tiene la frase “lo bueno dura poco”.

Poniéndome a punto en los correos no leídos durante estos días por la ausencia y la vaguería.

Descubriéndo preguntas enviadas con premeditación y alevosía para ser leídas por mí y saber lo que piensa sin que me lo diga. No hay mejor manera y más cutre que la aquí expuesta. Las autocríticas y las autoafirmaciones me aburren demasiado.

 Profundizando en la arena para desenterrar el hacha, levantarla y estar a punto para cuando el momento lo requiera. Con tantos recortes, uno más no se notará tanto. Un hachazo a tiempo tan sólo acercará más el mar Mediterráneo a mi seco Madrid.

 Visto lo visto y lo escrito, cada vez lo tengo más claro.

El sol lo tomaré con un poquito de sal y limón. El resto, como siempre, con filosofía y con un par de huevos.

El mar, sin miramientos «madriterráneo» y sin aditivos para olvidar cuánto antes

 

                                                                                               31 Julio 2012

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