ALICIA:
Es una inmensa partida de ajedrez que se está jugando en todo el
mundo… ¡Qué divertida es! ¡Cómo me gustaría ser uno de ellos! No me molestaría
ser un peón, si pudiera participar… aunque por supuesto me gustaría más ser
una reina.
REINA ROJA:
Eso se resuelve fácilmente. Si lo deseas, puedes ser el peón de la
reina blanca, porque Lily es demasiado pequeña para jugar… y para empezar, te
pones en el segundo cuadro. Cuando llegues al octavo, serás una reina…
ALICIA:
Es una inmensa partida de ajedrez que se está jugando en todo el
mundo… ¡Qué divertida es! ¡Cómo me gustaría ser uno de ellos! No me molestaría
ser un peón, si pudiera participar… aunque por supuesto me gustaría más ser
una reina.
REINA ROJA:
Eso se resuelve fácilmente. Si lo deseas, puedes ser el peón de la
reina blanca, porque Lily es demasiado pequeña para jugar… y para empezar, te
pones en el segundo cuadro. Cuando llegues al octavo, serás una reina…
Lewis Carroll
Entre los renglones torcidos y retorcidos de Torcuato, encuentro de repente a una Alice sumergida en el país de las decepcionantes pesadillas, que se asemeja bastante a aquella Alicia diminuta que atravesaba el espejo para caer en un tablero de ajedrez en los renglones torcidos o que caía al abismo en los renglones derechos de Carroll. De renglón a renglón, acaba cada autor haciendo creer como cierto, lo que en cada momento quiere. Una reflexión entre los límites de la cordura y la locura a través de una intriga, desconcertante durante todo el relato.
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