sábado, 27 de octubre de 2012

Pulular de mariposas

“ Y me esforzaré por andar entre versos prohibidos

para susurrar sin herir, si estás dormido

y ser parte de ti, al hablarte como un amigo.

Te llevaré tan lejos, como me alcance la voz
Para andar entre miles de manos, entre miles de notas.
Dame tu mano y cogeré con mi voz, mil mariposas.
Dame tu voz y alcanzaré, para ti, mil mariposas…”

                        P. Implicados

 

 

 






 

Te he mirado a los ojos manteniendo la mirada, para intentar ver un poco más allá de ese irisado de gamas parecido a la Cocacola cuando la ves a la luz. Atravieso como buenamente puedo el espesor de tus pestañas para intentar colarme dentro. Te das cuenta y me apercibo  que por tu estómago comienzan a subir unos síntomas que, pacíficamente, se podrían confundir con una oleada de bilis lanzada desde tu estómago o con un constreñimiento de tu páncreas para segregar una pizca de insulina. Acaba siendo mucho más sencillo que todo eso. En mi pueblo el diagnóstico que se da es el de “mariposas corriendo por las tripas”. Imagino que ni la amalgama ni la humulina serían capaces de calmar tu sintomatología en ese momento.


Lo que no llego a ver son tus ojos cada vez que me miras cuando yo no lo hago. Me doy cuenta que lo estás haciendo y es en esos momentos cuando hecho de menos poder salir de mí misma mientras mi otro yo sigue allí y poder verte yo a ti sin ser vista. Me pregunto si en ese momento tendrás esa caída de párpados que tanto me gusta ver en ti, o si por el contrario simplemente me miras como a un espécimen digno de estudio.


 Mientras lo averiguo, continuo cazando tus mariposas en mi estómago.

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