A veces cierro los ojos y escucho su voz y sus consejos. Es lo que muchas veces hace que retome el camino cuando me estoy saliendo de él. A su modo y con su experiencia y vivencias, me ayudó a entender porqué pasan las cosas en la vida aunque no lo comprendiese en ese momento. Intentaba abrir mis ojos medio cerrados aún por la inocencia de mi niñez, para que tropezase lo menos posible. Yo intentaba demostrarle que, a pesar de los tropiezos, era capaz de levantarme. Él en sus adentros sufría porque no soportaba ver una sola herida en mí. Eso me hacía ser más rebelde y cuando me caía, me levantaba con más fuerza aún si cabe. Intentó protegerme a su manera de las injusticias y las desventuras de la vida e involuntariamente acabé aprendiendo a ser resiliente.
Con el paso de los años, muchas de sus frases acuden a mí. Observo a mi alrededor y cada vez entiendo mejor las cosas. No es menester conocer bien a las personas para ver como acaban elaborando de sí mismos personajes tan ficticios y fraudulentos capaces de embaucar al más perspicaz. Increíble e inaudito es tener que ver, como una persona que odia al reino animal y nada en los lagos de la prepotencia se puede autodefinir tan natural como la vida misma.
Virgencita, virgencita…….
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