Cagada de fiestas navideñas

Que éstas fiestas son algo que no acaban de calar en mí, lo saben hasta en los libros. Si a eso se añade el período festivo-circense por el que atraviesa el país, antes que encender velitas en mesitas emperifolladas, prefiero buscar el interruptor de la luz y realizar un "apaga y vámonos".
He salido en varias ocasiones de mi mar para contemplar el paisaje agostado y marchito que ofrecen las calles anunciando que estamos de nuevo en Navidad. No hay ambiente, mucho menos festivo ni alegre, en las caras de las personas que me cruzo al caminar por la ciudad. No soporto a Papa Noel, se lo dejo a mis colegas yanquis y a los Reyes Magos sólo les pido salud para todos en los años venideros por la cuenta que nos tiene.

Se me antoja en dichos itinerarios, engancharme sin querer pero queriendo entre el pobre árbol cargado de insoportables muñecos relucientes y el dichoso portal de Belén recargado de muñequitos que me evocan cada vez más el futuro de ésta sociedad. Tirar del cable que los mantiene y hacerlos desaparecer de la misma forma que han hecho desaparecer nuestro sueldo de Navidad, el trabajo de los compañeros, el derecho a la libertad de expresión y todos los esfuerzos conseguidos durante 35 años.

No me apetecen las cenas, ni las comidas ni las meriendas opulentas con kilos y kilos de sobrantes encima de las horteras mesas navideñas mientras revuelan sobre mi cabeza todas esas familias rozando el umbral de la pobreza. ¿Es Navidad? Pues Feliz para quién aún se lo crea. Para mi corazón y mi cabeza y sin ánimo de ofensas, "cagada de fiestas".

Si los deseos se cumplen alguna vez en estas tierras,
Pido desde mi mar, que todo cambie de rumbo y pueda volver a ver
Una sonrisa, una ilusión y palpe la sensación de tranquilidad
De todos los que un día la tuvieron y desean que vuelva.

No me sale desearos un Feliz Año , pero si os deseo;
Sano y Próspero Año Nuevo.