Como lo prometido es deuda aquí en mi mar,
les dejo a continuación, ésta receta visceral,
pongan esmero si se atreven con su realización,
pues el moco no es de pavo a la hora de cocinar,
y las medidas de casquería no van a la par,
y para el postre será necesario una buena succión.
Ingredientes a utilizar:
Un corazón partido en cuatro sin aderezar,
extraído solamente en su momento inicial,
cuando la decepción lo parta en dos por la mitad.
Un hígado revenido de bilis a rebosar
por las discusiones mantenidas sin parar.
Un par de riñones un momento antes de miccionar
así la urea da el toque, a éste plato sin igual.
Y mucha sangre líquida, sin coagular
para darle a éste plato su gran estocada final.
Para acompañarlo como postre, tan sólo preparar
con unas manos que se precien dignas de manejar,
subir a punto de nieve la leche extraída del animal,
añadiendo azúcar al gusto de cada paladar.
Yo me puse ayer manos a la obra y tengo que confesar
que los efectos secundarios se hicieron sobrenotar,
en unas cefaleas intensas y difíciles de controlar.
En mi sillón,
con hielo en la cabeza y el corazón, me hallo.
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