“Mi ilusión no pasó
y me he dado cuenta
de que no te tengo y siento una ausencia
y es que he dado tanto y aún no estas aquí
trato de convencerte con mi arte a cuestas
no me canso de darte algo que a mí me llena
mi regalo es éste
ábrelo y disfruta”
y me he dado cuenta
de que no te tengo y siento una ausencia
y es que he dado tanto y aún no estas aquí
trato de convencerte con mi arte a cuestas
no me canso de darte algo que a mí me llena
mi regalo es éste
ábrelo y disfruta”
El canto del loco
Nieva, en ausencia de todo. Junto a la ventana de mi anémona veo junto a mi perro la nieve caer hasta ir convirtiendo el azul de mi mar en un blanco paisaje que invita a salir y probarlo. Cuando era una niña tenía por costumbre salir, mirar hacia arriba con la boca abierta y los brazos extendidos, como si me fuese a comer toda la nieve que caía. Hoy el paisaje invita a contemplarlo tras el cristal arropada con la mantita de calamar y saboreando un buen té.
Anhelo esa imagen de ver nevar desnuda, envuelta en una manta frente al calor de una chimenea y el calor de otro cuerpo abrazado a mí. Nunca he entendido porqué estos fenómenos producen en mí esta sensación pastelosa y cálida.
El hecho en sí es que vuelve a nevar, sigo sin tener esa chimenea y ese calor corporal que me cubra mientras nieva.
Hoy está nevando.
Hoy no nieva en mí.