Entre el delirio del insomnio obligado y la ingravidez de unas piernas que no saben si están posadas en el suelo o postradas en él, me hallo. Noctambulismo que acaba pasando factura de cuerpo entero y presente. Intento mantener el peso, pesado y cargante de mis párpados, y hago esfuerzos inconcebibles y espasmódicos para mantener los ojos unos minutos más abiertos a la fuerza.
En un rato podré disfrutar del calor de mi adorado edredón nórdico, envolviéndome como si de algodones se tratase mi desnudo cuerpo y abriendo paso desde mi mundo, a los mundos de Morfeo. Pienso en ese dulce momento y se me cierran los ojos mientras mis dedos aporrean las teclas del desarrapado ordenador que nos rodea.
Comienza la cuenta atrás, tres……..dos …………..uno………..
Querido lecho mullido y blando, coge firmeza en tus patas y tu canapé, que voy a acometer contra ti en unos minutos con todas mis fuerzas.
Buenos días-noches tengan ustedes mis lectores.
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