jueves, 25 de abril de 2013

Un caracol al revés









Desenmarañado el enredo tras administrar suavizante y pasar el peine, emerjo a la superficie a intentar coger un poco de aire y descansar al sol, eso sí, como un caracol invertido.
















En estos días de atrás, he de confesar,
que acabé adquiriendo una pose particular
que asemejaba al caracol, pero al revés.
Salí de mis aguas calmas y terminé,
con los cuernos enterrados a socaire
y con el culo sin cubrir y al aire.

Semejante espectáculo digno de admirar,
terminó por provocar un calentón infernal
en mis descubiertas posaderas.
y  una cefalea como si tratase de portar
entre mis cuernos un gran balón de Nivea.

Eché mano de inmediato de un remedio sin igual,
escondido entre mis relatos de tiempo ha.
“Recetarse a sí mismo una dósis o más
de ésta frase tan  reconstituyente y peculiar.”
Y yo que soy poco amiga de pastillas enlatadas,
me aprendo la frase y la libero cuál perogrullada
y mis posaderas se alivian a la par que la testa.

Así que sin más preambulos ni fruslerías
y  a modo de verso en ésta mi poesía
me permito un alivio corporal integral…

¡Ah’ usté  a la mierda!




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