lunes, 12 de agosto de 2013

Perseidas gástricas




"..Oh la boca mordida, oh los besados miembros,      
oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.

Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo      
en que nos anudamos y nos desesperamos.

Y la ternura, leve como el agua y la harina.      
Y la palabra apenas comenzada en los labios.."


                                                 Pablo Neruda








    Y pensé que me entenderías, que comprenderías mis amargas lágrimas rodando sin control ni medida por mis mejillas. La taquipnea provocada por la angustia que asfixia. La gastritis producida tras una sensación “post-morten” de esto, lo nuestro. Me equivocaba. La rabia de ambos por la frustración aparecida, podía con la empatía y con las ganas. Yo con mis malditos resortes que crujen y se disparan cuando menos lo espero, se rompen y estallan en mí como si de fuegos artificiales se tratara. La sensación a pólvora quemada produce un quebranto insoportable de la bilis que acaba saliendo a bocanadas incontrolada y desmedida. Deslenguada. Tú con tus formas de interacciones y relaciones con el mundo por mí en algunos momentos no comprendidas.  Heridas que vuelven a abrirse formando una llaga desmesurada que a simple vista no parece con vistas a cerrarse ni por segundas ni por terceras intenciones.

    Y después llega la calma, la calma externa con la interna intranquilidad de alarma. Tu desconfianza comienza a tejerse hacía mí como lo hace en sentido inverso de mí hacia ti. Sabemos que ya no será lo mismo, que habrá una parte, o dos, o varias de ambos que será guardada en latas despresurizadas que el otro no podrá abrir nunca. Acabará convirtiéndose en la insoportable estancia y anunciará con clarines el amargo final del cuento del pez y la rana.

    Esos fueron mis pensamientos mientras por mis mejillas rodaban a sus anchas mis lágrimas. Eso fue lo que mi cabeza pensó en contarte en aquella breve llamada y la angustia dejó paralizadas a las cuerdas vocales cuando intentaron moverse para contar. Eso fue el inicio de cómo se dejaba ver por el envés la guadaña.  Y este es el principio del inicio o el principio del debacle de los mares y los estanques.

En nuestras manos la cosa anda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario