Y, llegó la hora, y llegó el día. La programación laboral de su vida anunciaba
que mi sueño se haría realidad. Mientras
escuchaba las palabras, aquellas imágenes volvían de nuevo a mí. Sin algo que ha sucedido y sin las garantías
selladas correctamente que cubren las averías cuando ocurre, mi mar se partía
en dos. Es un absurdo….quizás. Por
desgracia para mí, lo que sueño se cumple inevitablemente. Cerré a cal y canto las puertas y ventanas de
mi anémona, como si de esa forma no
pudiese atravesarla el agua del mar. Quería llorar a solas. En voz alta y a
solas. Sin ser oída por los escuálidos ni por el caracol que siempre lleva las
antenas puestas.
Ni el té, ni el calor del hogar (que hoy parecía más frío
que nunca), ni los trozos sobrantes de pastel. No hay nada que calme la
tempestad que se convoca aquí dentro.
Y, como si de un alivio se tratara,
vuelvo a encender el fuego a pesar de los veinte grados en el exterior.
Y, realizo conjuros
de no volver a caer nunca más en las redes del sádico y putrefacto amor.
Y, me
refugio entre pinceles y agujas, entre recetas nuevas que no me recuerden a
nada y baños lastimeros de agua congelada y sin champán.
Y, me fustigo con las
frases rebozadas en el pan de “si ya lo sabías” ,de ,“ nada es eterno”y de “siempre
me acaba saliendo mal”.
Y, seamos claros de una puta vez de escama a escama. No hay ondina marina que se precie ni rana, por
muy saltarina que se venda, que se quede a pasar una eternidad en estas aguas.
Y, partiendo de esta premisa más que afirmativa y clara, a tomar por calamares vayan el frío, los baños
y las lágrimas. Se trata tan sólo de
vivir, de vivir lo mejor posible y sin que te jodan el universo que te montas
cada día.
Está más que claro, a falta de pan, ponga un perro en su vida.
Me voy a ver nacer la primavera.. y...a vivir!!
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