martes, 14 de julio de 2015

Despedida a James Bond




James Bond se desdibuja
tirita
su burbuja
al desconfiar latidos.
James Bond se decolora
porque esta lavadora
no distingue tejidos..
Si te reencarnas en carne,
vuelve a reencarnarte en ti,
que andamos justos de genios


                             remake de Mecano









Le conocí una noche fría y lluviosa del mes de Noviembre. Me sorprendió, ( si no lo hubiese hecho, no sería él), con un disfraz de mendigo callejero con barba de una semana, sin algunas piezas dentales al sonreír y una desgreñada melena. En sus manos, un mechero de la talla XXXL amarillo fosforito que mostraba orgulloso. -¿Qué te parece?- me dijo, -Un brillante churro- contesté. Las carcajadas acudieron a su boca como si no hubiese un mañana, y, de esa forma, comenzó nuestra breve amistad.

Cuando ya le conocí más a fondo, descubrí  un espécimen que albergaba un sinfín de locuras en su haber, como cualquier genio, era único en su especie. Se enamoró de mi hijo a la par que lo hizo de mi perro, y nos rebautizó a los tres con peculiares nombres que producían en mí una risa irracional.  Así pasamos a ser “El disertante”, “Perruflas” y “Moni Peni”, no podía ser menos cuando, para agregarse al grupo como uno más, se autodenominó “Bond, James Bond”,  cosa que le hacía troncharse de risa hasta acabar sin fuerzas.

Gran maestro de la Psiquiatría, tan inconstante como caprichoso,  extravagante, irracional, megalómano, manirroto y burlón hasta consigo mismo. Reunía casi todos los requisitos para ganarse el epíteto de “Eminencia Intelectual”. El último día que le vi, hace ya tiempo ( más de un año), había construido un enorme pasillo de libros en el salón, muchos de los cuales, no había tenido ni tiempo de leer. Cuando me dijo que se los regalaba a una hija para que los vendiera, casi me da un síncope. Debió adivinarlo por la lividez de mi careto y, me regaló un libro escrito por él.  Seguí sabiendo de él, hasta que me enteré de su final.

Querido Bond, James Bond, Rey consorte de Georgia;  Espero hayas conseguido encajar en el nuevo mundo al que accedes. Perruflas estará encantado de acompañarte entre  tus delirios y los jamones cinco jotas y, tendrás a Freud cerca para que podáis compartir vuestros análisis a Morfeo entre cachondeos y tontunas.  Sabes que no te has ido como debieras pero, tú eras así y hay que acoquinar con ello. Sé que nos estás viendo y te estás descojonando de nuestra pena, así que te mando besos “Monipeniados”  desde la tierra.


D.E.P.

martes, 7 de julio de 2015

Lienzo con dedicatoria





Este lienzo a medio empezar
entre los pinceles y la pluma,  
se lo dedico con todo mi cariño
al Hombre Medular.

Que los dioses que nos sostienen en esta infatigable vida, no borren jamás una sonrisa en ti (sin tilde).


                                                     Ana I.






La imagen que visualizaba mi retina, me transportaba a aquel cuadro de Renoir. La visión, impresionista-impresionante a la par de realista. Todo el realce allí mostrado, dilataba la pupila y encogía el alma. La gente hablaba de sus vidas, sus tareas cotidianas salpicando el lienzo con bromas intercaladas, muchas de ellas con una dote de ingenio fuera de lo común. 

Con mi camiseta de los lunes y pincel en mano, iba grabando uno a uno los claro-oscuros de la situación .  Abría como podía mis desequilibrados oídos. Hacía cuatro años que no escuchaba la voz de El Hombre Medular.  Su voz, bailaba alrededor de un “Mi  en clave de Fa”.  Su sonrisa al mirarme, delataba sonrisas y risas de años ha derramadas a borbotones y carcajadas.  Sus ideas, para algunos comensales, delirantes, para la que pintaba el cuadro ideales racionales.

Las sombras costaba retenerlas. Entre los allí presentes, pululaban auras con luz propia, mezcolanzas entre el tierra siena tostada y el tierra sombra y,  figuras que se desfiguraban al plasmarlas en el lienzo, como los helados se acaban derritiendo al sol.

Sensaciones no encontradas por más que una rebusca en su fondo.  Desequilibrio repentino de los contrapuestos, una acaba por no saber dónde se sitúan  el bien o el mal,  lo correcto o lo incorrecto,  lo justo o lo injusto.  Pérdida parcial de los sentidos a la hora de sentarme a dibujar este cuadro tan obtuso.

Conclusión de este gran absurdo, Renoir lo tuvo más fácil.