jueves, 10 de septiembre de 2015

Cuando tú vas....




Cuando tu vas, yo vengo de allí 
cuando yo voy, tu todavía estás aquí 
crees que me puedes confundir 
y de qué vas, mirándome atrás 
¡Ay qué descaro!, ahora me gustas más 
Y es que no me fio porque sé que tu me engañarás... 

                                         Chenoa






No sé si estaría bien decir que la calma reina en mi estancia. Quizá  esta cabeza casquivana, me hace creer que es así, pero por dentro, aquí dentro, algo se mueve y se revuelve, desarma mis descansos y mis sueños transformándolos en un vaivén de estrés y pesadillas. Algo aquí dentro sabe, que algo sigue sin estar en su sitio y, algo en mi testaruda testa, acaba cediendo a la cordura y admitiendo que las vísceras, esta vez, sí tienen razón.

Como el correcaminos de la Warner, en silencio y de puntillas, ha visto como el coyote enciende una y otra vez la mecha que, irremediablemente acaba detonando la bomba marca ACME entre mensajitos  que van y vienen, intentando entre uno y otro meter la gamba, pelada por supuesto si se dejan y, haciendo volar todo por los aires, con pelos chamuscados incluidos. No importa, la risa de los telespectadores estará asegurada.

Ya le pediré al Sr. Chairman (dueño y señor de ACME), que me proporcione una de esas pastillas para fabricar tornados y una goma de borrar gigante, atrapabichos por supuesto. Estoy dispuesta a utilizar por una vez la artillería pesada, para provocar no sólo las carcajadas por doquier, sino también la calma esa que queda al final del desastre. Lo bueno de todo este desbarajuste, es que, el correcaminos acaba tranquilo y feliz sonriendo a cámara y despidiéndose con una copa de champán mientras se relaja en una hamaca en algún paraíso costero. Una garantía sin precedentes.

Leyendo las instrucciones para no fallar, el coyote ya ha accionado el botón de la puesta en marcha, no hay vuelta atrás...







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