Anoche me vino a la cabeza ese momento, en que vas
caminando y pasas al lado de una zapatería y, de repente, giras la cabeza como
si desde el escaparate alguien te estuviese llamando, y lo ves allí. Ves unos
zapatos que te encantan, por su forma, su brillo, su estilo…..pareciera que lo
hubiesen hecho para ti. Sin muchos
titubeos ante un flechazo así, te los quedas.
Cada día que te los pones, te sientes especial, porque en
sí los zapatos lo son y, a tu lado más aún si cabe. Un buen día, los miras detenidamente,
te das cuenta que has pasado mucho tiempo con ellos, caminando juntos y
sintiéndote especial. Observas que ya no tienen el mismo brillo que tenían en
aquel escaparate, ya no te impresionan de la misma forma pero, siguen siendo cómodos y permanece en ti ese
cariño por ellos. A partir de aquí, el
cuento puede seguir de dos formas; O los cambias por otros que te vuelvan a
hacer cosquillas durante el primer momento, o te quedas con la elección que
tomaste porque desde el primer momento pensaste que era la correcta.
¿Alguien no se ha sentido alguna vez el personaje?, yo en
mi caso, me siento más “zapato” y no por lo inerte que conlleva. Siento que me amoldo más a un pie con el que
camino día a día, que a pesar de las cremas y los frotes, nunca vuelves a estar
como aquel primer día. A pesar de eso, el amor que lo mueve todo al igual que
lo para, yo decido el movimiento mientras tenga poder de decisión. Pongo tartas
sin velas y con fechas aleatorias sin sentido y, hago regalos de cumpleaños sin
ser el día preciso. Me sigo amoldando a un “pie” como anillo al dedo y
caminando mientras me dejen sus ancas, a su lado.
Feliz Feliz no cumpleaños……..¿a mí?.....a tú…