sábado, 31 de octubre de 2015

Al sur de ninguna parte




Andaba ya algo hastiada
de tanto dar puntadas
en el bastidor.

La cabeza cavilaba
cuando la aguja hilvanaba,
fatal error.

A tiempo sonó la llamada
para salir a cenar a las gradas.
Adiós al sopor.

Había dejado olvidada
la danza en la madrugada,
la ilusión.

En esta noche de hadas
las risas nos acompasaban
Bendita emoción.


Volvería con los ojos cerrados a esta noche una y otra vez. A todas las noches que pasamos juntas, a todas las que nos quedan por disfrutar con bailes incluidos. Gracias una y mil…

jueves, 29 de octubre de 2015

El cuenco tibetano









No me gustan las promesas y a pesar de ello, hubo una vez que me prometí a mí misma no volver a hacer sonar los cuencos tibetanos, ni como motivo para relajarme, ni como llamada de atención, ni como intento de curación de almas ajenas.

Por algo no me gustan las promesas, ni siquiera yo fui capaz de hacer cumplir la mía propia, y, sin demora ni dilación, requisé el dichoso cuenco y lo hice sonar con tanta fuerza, que tiré  por los suelos el principio de resonancia y el efecto no deseado fue el que acabó flotando en el ambiente. La próxima vez, habrá que esperar, (cosa que no tardará mucho), y cuando la pata se haya metido hasta dentro, añadirle musicoterapia al punto y final.

He guardado el cuenco en el lugar más inhóspito de ésta anémona, tengo prohibido volverlo a utilizar salvo para uso propio. Tan sólo ha de dejarse tocar, cuando la decepción haya vencido, esa es la norma que tiene el tentáculo que lo guarda. Le queda claro y conciso el único motivo por el que debe dejarme acceder a él.  Mientras lo escondía, algo por dentro me decía, que no queda ya mucho tiempo para escuchar sonidos armónicos. Así es la vida, así es el ser humano de idiota y aniquilador.


Alegrándome de ser un híbrido, más que nunca si cabe…

lunes, 26 de octubre de 2015

¿A mí? .......a tú










Anoche me vino a la cabeza ese momento, en que vas caminando y pasas al lado de una zapatería y, de repente, giras la cabeza como si desde el escaparate alguien te estuviese llamando, y lo ves allí. Ves unos zapatos que te encantan, por su forma, su brillo, su estilo…..pareciera que lo hubiesen hecho para ti.  Sin muchos titubeos ante un flechazo así, te los quedas.
Cada día que te los pones, te sientes especial, porque en sí los zapatos lo son y, a tu lado más aún si cabe. Un buen día, los miras detenidamente, te das cuenta que has pasado mucho tiempo con ellos, caminando juntos y sintiéndote especial. Observas que ya no tienen el mismo brillo que tenían en aquel escaparate, ya no te impresionan de la misma forma pero,  siguen siendo cómodos y permanece en ti ese cariño por ellos.  A partir de aquí, el cuento puede seguir de dos formas; O los cambias por otros que te vuelvan a hacer cosquillas durante el primer momento, o te quedas con la elección que tomaste porque desde el primer momento pensaste que era  la correcta.


¿Alguien no se ha sentido alguna vez el personaje?, yo en mi caso, me siento más “zapato” y no por lo inerte que conlleva.  Siento que me amoldo más a un pie con el que camino día a día, que a pesar de las cremas y los frotes, nunca vuelves a estar como aquel primer día. A pesar de eso, el amor que lo mueve todo al igual que lo para, yo decido el movimiento mientras tenga poder de decisión. Pongo tartas sin velas y con fechas aleatorias sin sentido y, hago regalos de cumpleaños sin ser el día preciso. Me sigo amoldando a un “pie” como anillo al dedo y caminando mientras me dejen sus ancas, a su lado.


Feliz  Feliz  no cumpleaños……..¿a mí?.....a tú…