sábado, 14 de noviembre de 2015

Chocolate con "Emule"







Mañana me pongo los zuecos de pvc bien temprano, por aquello de ser domingo, el día del señor y, en vez de comulgar con el dicho y hacer “sillón-ball”, me voy a currar con ellos. Eso sí, aderezo la entrada al festivo en cuestión, con unas porritas de medio metro de aproximación cada una, un chocolatito bien caliente y todas las burradas que se nos ocurren alrededor de la mesa, porra en mano of course!.


  Buena entrada para comenzar a saborear el estreno del “Emule” (en versión sanitaria “selene”) y empezar a ver las películas de manera diferente. A ver cuántas veces aporreamos las teclas y cuántas otras cogemos la pistola láser y escaneamos desde los códigos de barras hasta la compra del Super.  Se plantea una mañana entretenida y, no voy a mentir, preferiría decir “divertida” pero, me da en la nariz que no va a haber tanta diversión como una quisiera.


Pena penita pena, que a una no le toca una buena primitiva y los zuecos que me calce sean unos Stuart Weitzman con platino incluido, y el chocolate con “emule” lo disfrute en compañía de una buena porra en el caribe y mirando al infinito.



Entre informática y churros anda el juego…

jueves, 5 de noviembre de 2015

Emponzoñamiento fallido





Noviembre ha revuelto las aguas del mar. El veneno fue inoculado con premeditación y alevosía y, una que es confiada, mordió la manzana a sabiendas en vez de lanzarla de vuelta. Decidí tragarme el sapo haciéndome una vez más la ingenua ante el intento de asesinato. He pasado del calor al frío y de la tranquilidad a la náusea en décimas de segundo y sin anestesia. Ni la chimenea más tórrida, ni el antiemético más potente son capaces de apaciguar la cellisca que se revela por dentro. Y es inútil intentar buscar si el pH del agua es diferente o, si ya no conserva el mismo punto de sal o azúcar. Da igual la maniobra, he probado con todas, hasta la de Heimlich, arriesgándome a visionar hasta la primera papilla ingerida. Ninguna surte el efecto deseado.


He salido para ver el vendaval que se avecina, nada raro, ningún pez nada hoy contracorriente lo cual, me hace pensar que todo sigue más o menos. Avanzo para seguir oteando y llegar al Punto Nemo. El trayecto que habitualmente recorro en minutos, hoy me cuesta a modo. No veo el momento de llegar, no quiero imaginar cómo será la vuelta… Obvio es que ya han accionado el botón rojo, ese que no se debería tocar según reza en el prospecto de ACME. Ahora tocaría la lucha contra la revolución instaurada gracias a la broma pesada y a las ganas de llevarse los aplausos por cojones. No tengo ganas, ni tiempo ni motivos para hacer hoy de correcaminos en el agua y desactivar lo hecho. Sé que esto que siento, no afectará ni a mis aguas ni a mi destino, soy un pez y gracias a ello, todo me resbala.


Buscando con urgencia un DESA que revierta esta fibrilación ventricular que anuncia la asistolia. Visionando a lo lejos el Punto Nemo.

Ya queda poco….

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Noviembre sin azúcar







Llegó Noviembre, esta vez a modo dietético y sin edulcorar. Perdió el dulzor con su entrada, brusca y sin avisar. Ni siquiera tiene un ligero sabor a mar. Es mucho más “light” que cualquier comida de esas tan divinas y perfectas para adelgazar. Así estoy, así voy, perdiendo peso a cada paso (falta me hacía) pero, una prefiere adelgazar con otros modos o métodos que, con el disgusto del sinsabor al masticar.

Es como comerse un filete lleno de vetas “inmasticables” (palabro que ruego a la RAE incluya), acaban haciéndose una bola imposible de tragar. Así me siento hoy y, además, sin saber qué hacer. Me lamento pero no actúo, pero es que tampoco sé cómo hacerlo. A veces, sale de mí esa parte impulsiva, se me pasa por la imaginación tirar por la calle de en medio y olvidar los destrozos que con ello pueda causar en mí y en los demás. Pero, sea porque estoy cansada de ser tan necia, sea porque ya la edad me va diciendo que hay cosas que no vuelven, sea porque he encontrado algo maravilloso, me parece inviable negar lo que quiero, tirarlo por la borda y volver a dar la vuelta al mundo, un mundo cada día más pequeño.

Voy a por el azúcar, no sé vivir en el mundo de lo amargo, del “sin-sabor” y del “sin-humor”. Ya vendrán Noviembres más dulces.