jueves, 25 de febrero de 2016

El petardo del día





Érase una vez, un personaje, (que no de cuento), a pesar de haber intentado hacer su vida alrededor de alguno que debió leer en su infancia en una noche tormentosa. El día que lo conocí, no me quedó muy claro si el cuento lo leyó una noche así, o una noche así fue cuando sus padres tuvieron a bien engendrarlo. Pudieran ser ambas cosas a la vez… quien sabe.

Dicho elemento, se sentía tan irresistible como superdotado, sobre todo entre sus dos piernas. Era algo de lo que pasaba la vida alardeando delante de cualquiera. Obviamente, me fio más del refranero español (“dime de lo que presumes….), que de las palabras de un necio como este.

Tenía una casita maltrecha en un pueblucho de mala muerte, a la que habían cortado el agua y la luz por impago. Aun así, la utilizaba como excusa y pretexto para “descanso dominical”. La realidad se reducía a tener un sitio donde escapar de su mujer e hijos, meterse alguna rayita farlopera y, trajinarse a cualquiera que se pusiese a tiro. Si no había suerte probando por lo gratis, pues pagando, que en estos tiempos, la carne está barata.

No puedo decir que fue un grato placer conocerle, sí, que daría dinero por no volverlo a ver. Me pregunto si ya tendrá en su poder, tesoros como el VIH o joyas como gonorreas o hepatitis de la A a la D.  Sólo espero que algún día, su mujer tenga el arrojo y los ovarios de mandarle a la mierda como muy cerca. Ese día, la llamaré y lo celebraremos por todo lo alto.


Enlatando pasteles ando, por si suena la flauta.

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