Tras una buena dosis de antiinflamatorios enlatados
salteados con protectores gástricos impresos en negrita, (para que antes de
tragarlos, leas bien su super resistencia a casi todo), y tras aplicar calor
seco, húmedo y en todas sus variantes posibles al lumbar, me incorporé a mi vida laboral, a los
zuecos y los saco-pijamas, sin pena ni gloria. Resultado tras un mes de
ausencia…todo sigue igual, como la canción aquella de Julito Iglesias.
Ante soberano aburrimiento, decidí tomarme la justicia por
mi mano y me largué a visitar el mar
Mediterráneo. También seguía igual, pero en este caso no cabe el aburrimiento
ni el cansinismo. Entre sol, caminatas y relax, mi lumbar resplandecía como
nuevo y mi alma tomaba nota. Debería tocarme una lotería en plan salvaje, para
emigrar como las aves, al calorcito.
Mientras no ceso en mi empeño con el azar, de regreso me
hallo en mi mar Madriterráneo. Más gris, más sucio y más frio, pero lo quiero
igual, o más. Aquí también sería igual de feliz a pesar del bajo color y del
frio con una de esas loterías en mi mano. Luego pienso que todavía me queda lo
más preciado, la salud, y me doy por satisfecha. No quiero estar jodida y con
premio.
En fin, que de este modo se ha ido el mes de Enero que tan
poquísimo me gusta y ya empezamos, por fin, a estirar los días venideros y a
disfrutar de este Febrero al sol.
Feliz Febrero les deseo entre un té y un sueño.
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