….dos sombras en el suelo, la tuya y la mía. No era capaz
de girar sin la sensación de caer al vacío. Entonces, aparecía tu brazo,
agarrando mi cintura como si no hubiese un mañana y, la seguridad de realizar
cualquier pirueta, volvía a mí.
....Detrás del telón, estaban los arduos ensayos a que nos sometíamos cada día. Tu brazo aguantaba mis caídas y mi cuerpo tu ritmo. Todo aquel cuento valió la pena vivir y bailarlo hasta quedarnos sin aliento. Éramos libres, volábamos como pájaros y danzábamos al son de un mismo compás.
...Hubo una vez en la vida...un tiempo en que no bailé a escondidas.
¿Cómo te arqueabas de esa manera? Todavía recuerdo cuando íbamos a verte y cerrábamos los ojos pensando en que te ibas a caer en cualquier momento. Bailabas como los angeles, no debiste dejarlo nunca. Ojalá que algun día podamos volver a verte bailar, no te escondas, mereces la pena y mucho amiga, muchísimo.
ResponderEliminarMi danzarina favorita!! créeme cuando te digo que aún haciéndolo a escondidas soy feliz. No hay día que no recuerde nuestras tardes bailando a solas los tres. Escribiré sobre eso, te lo debo, y, tienes razón, no debiMOS dejarlo, a cambio recogimos cosas muy buenas. Siempre nos quedará la amistad y por supuesto, siempre habrá baile.
EliminarTe quiero amiga mía, muchisisismo!!
Querida Annaiss, en verdad yo bailaba a escondidas porque lo hacía muy mal. Desde que tuve en Querétaro el accidente de moto bailo todavía menos en la silla de ruedas. Te mando un beso grande y dime qué hacemos para tomar ese té con pastas jeje. Sé feliz.
ResponderEliminarQuerido Herni! he sobornado a mi jefa para ser dueña de mis tardes libres. En la próxima,(y sin promesas que no me gustan), llevo yo las pastas y si surge, bailaremos imaginariamente al son del té.
EliminarMil besos