Llegué cuando todo el mundo ya estaba dentro, a pesar de
llegar pronto a la cita. Abrí las puertas y una alfombra roja y larga me
indicaba el camino a seguir. Una grave voz anunciaba mi nombre, como si fuese
una invitada al baile. Entoné mis zuecos por el carmín del suelo y llegué a mi
destino. No pudo ser más redondo
ni más certero. Se unió el seis con el ocho y el resultado fue preciso y
correcto.
A partir de ahí todo fue un cúmulo de sensaciones, vértigo,
felicidad, vértigo, sensación de llegar, vértigo, sensación de alcanzar…de
triunfo, y, al abandonar la sala de baile, el calor de los abrazos, las
palabras complacientes al oído, los llantos mezclados con las risas y los
nervios de los presentes, los dos besos plantados a conciencia en medio del
gentío…
El champán brotando entre mis dedos, la felicidad de
sentirme cerca de los míos, tan cerca y tan lejos…aparecen por mi cabeza miles
de palabras, adjetivos, frases que escribir definiendo el momento, el día, y
cuando aquí me siento, se me ensancha el alma entre los logros y vosotros.
Gracias a tod@s por estar siempre a mi lado, hasta en la distancia estáis aquí.
Gracias a los que se fueron un día, pero se quedaron en mi corazón, ayudándome
a cada paso que voy dando. Gracias a mis Dioses por cuidar de mi salud .¿Se
puede pedir más?....
Hoy me sobran los motivos para ser feliz,
Y me faltan las palabras para describirlo.
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