Anda suelto por ahí un dicho que me encanta como suena y es
cuando algo bueno sucede porque “se han alineado los planetas”. Es más, desde
que lo aprendí, me encanta utilizarlo, no lo niego.
A cuenta viene esto, por algo que sucedió en un tiempo no
muy lejano, en el que las cosas no sucedían como nos hubiesen gustado que
pasaran. Me dije a mí misma, “los planetas no se han alineado”.
Siempre he pensado que las cosas cuando pasan, o no, lo
hacen por algo. Si algo no debe suceder o, realmente sucede aunque no queramos
y pongamos en ello todo el empeño reconcentrado, es porque debía ser así. Sus consecuencias y, en esto llámenme ilusa,
creo que suelen ser buenas.
El otro día, me comentaron que, si hacía falta, se
retorcían los planetas para que las cosas sucedieran. De repente vino a mi
mente, una graciosa imagen de alguien luchando contra los elementos celestiales
para ordenarlos a su antojo, sin conseguir modificar un ápice.
Creo que es mejor esperar de modo natural, esa alineación y
lo que ella traiga bajo el brazo. Puede ser que forzar la situación no sea más
que, algo mediocre e inapreciable y sus efectos acaben siendo nocivos para la
salud.
Mejor no tentar al Universo ni a sus fuerzas.