lunes, 27 de noviembre de 2017

Intoxicación fatal



"Un hola con bechamel
un licor de frutas con helado de te quiero
un "buenos días" sobre el mantel,
Una sonrisa dentro del consomé
tómala despacio que se enfada el camarero,
pena de amores hecha puré..."
Antonio y Carmen..

 Al horno se le había sacado un rendimiento más que suficiente, a pesar de ello y, aunque más que contenta me tiene, no dejo de soñar con fogones de leña, ardiendo al punto, en los crudos meses de invierno que azotan  a este grisáceo Madrid. A esas magdalenas que no cuesta  comerlas calientes, a las vasijas de barro conteniendo el té.


  Hoy, día en que me debato entre el dolor y las náuseas de la última intoxicación alimentaria,  me parece asombroso poder llegar a fantasear con elementos culinarios.  Pero es tan intrínseco como inevitable en mí. Adoro el sabor de lo artesano, el resultado final de lo pensado. Las buenas formas a la  par del buen hacer.


  Me pregunto si aquella almeja habrá decidido quedarse a vivir conmigo. No he recibido ninguna misiva al respecto y las ganas de descanso y bienestar se resienten aquí dentro.


Sin té, entre la ayuna y el delirio