Sigue rabiando cada vez que me leas
pues tu ira alimenta mi risa.
Volvió como el turrón, por Navidad y, con su vuelta trajo
de nuevo la ‘malalechina’, la bipolaridad y ese ‘wana
be’de
creerse en el pedestal de la perfección. Según cuentan las lenguas, más
insoportable que nunca. Desean con ganas, (hasta ponen velitas a los santos), que una ola de traslados la arrastre tan lejos como sea posible.
Quedé pensativa tras la conversación mantenida con aquella
compañera de hace tantos años. Me hablaba de aquella persona para mí,
físicamente desconocida y, al intento de imaginar hice un fugaz intento de
borrar aquella desagradable imagen que vino a mí. Noté una sensación (no sé
bien si provocada por la conversación) de tener frente a mí a una persona llena
de mala energía. ¡Fuera de mi cabeza bicho! ¡Fuera!.
No quise saber ni, siquiera imaginar más y mucho menos,
perder mi maravilloso tiempo en dejar pasear por mi imaginación personajes tan negativos
como nefastos. Bastante tienen ya las personas que cada día soportan a todos
esos elementos, que un día tuvo a bien la madre naturaleza dejarlos sueltos a
su merced para hacer la vida un poquito más retorcida y fastidiosa de lo que ya
es.
Me quedo en mi anémona, al calorcito de la chimenea y el té
que nunca fallan.