viernes, 12 de enero de 2018

Al calor del hogar.




Sigue rabiando cada vez que me leas
pues tu ira alimenta mi risa.





Volvió como el turrón, por Navidad y, con su vuelta trajo de nuevo la ‘malalechina’, la bipolaridad y ese ‘wana be’de creerse en el pedestal de la perfección. Según cuentan las lenguas, más insoportable que nunca. Desean con ganas, (hasta ponen velitas a los santos),  que una ola de traslados la arrastre tan lejos como sea posible.

Quedé pensativa tras la conversación mantenida con aquella compañera de hace tantos años. Me hablaba de aquella persona para mí, físicamente desconocida y, al intento de imaginar hice un fugaz intento de borrar aquella desagradable imagen que vino a mí. Noté una sensación (no sé bien si provocada por la conversación) de tener frente a mí a una persona llena de mala energía. ¡Fuera de mi cabeza bicho! ¡Fuera!.

No quise saber ni, siquiera imaginar más y mucho menos, perder mi maravilloso tiempo en dejar pasear por mi imaginación personajes tan negativos como nefastos. Bastante tienen ya las personas que cada día soportan a todos esos elementos, que un día tuvo a bien la madre naturaleza dejarlos sueltos a su merced para hacer la vida un poquito más retorcida y fastidiosa de lo que ya es.


Me quedo en mi anémona, al calorcito de la chimenea y el té que nunca fallan.