Volvemos a las andadas un año más y, vuelta con el Santo
Valentín y, vuelta con las fechas que tanto me sacan de mis casillas. No me
puedo quejar como ha comenzado el día. Nada más llegar a trabajar, ya me estaban
concediendo la salida por ser una de más en plantilla, así que, tal y como me
he puesto los zuecos, me los he quitado de un plumazo y he salido corriendo, sólo por eso daré gracias al Santo.
Eso sí, en la horita corta que he durado allí, me han
preguntado unas cuantas veces ( como cien..) qué me han regalado, que si no
sabía que hoy era el “día de los enamorados”… Por Diosss con todos sus santos
juntos, no hay frase que peor me suene que esa, el día de los enamorados,
tócate los cataplines a dos manos…Con todos los años que tenemos ya encima y
seguimos con estas ñoñeces sentimentales a golpe de billetera, "te regalo un diamante que te cubra los cuernos"... Me dan unas nauseas matutinas que me dejan el cuerpo del revés.
Caminito a la anémona, me pregunto si realmente piensan lo
que dicen o, es sólo paripé barato. No podría soportar que alguien venga con un
regalo bajo el brazo un día así, porque lo dice el Corte Inglés y porque lo que
dice va a misa y, si no compras el puto brillante es que no sabes lo que son
las cosas del querer ni de lejos. Yo las sorpresas las doy porque las siento y
cuando quiero, no cuando me mandan porque ha tocado la dichosa onomástica de
turno.
Clarito y conciso lo tengo, que quién días como este se
rebaja a la obligación monetaria, no sabe lo que significa la palabra amor ni
en lo más básico de su esencia. Eso sí, que no quede, mis felicitaciones a los
comercios por venderse tan bien, a ver cuándo inventen el “día de los pringaos”
qué coño se compra la gente.
Con té y sin condescendencia.
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