martes, 3 de noviembre de 2020

En las arenas de la soledad

 


Empezar de nuevo

Sin destino y sin tener

Un camino cierto que, me enseñe a no perder la fe

Y escapar de este dolor sin pensar en lo que fue,

¿cuánto aguanta un corazón sin el latido de creer?

En lo bello en la verdad de la esperanza

De esta sed de amar

En los sentimientos que se quedan

Sueños que perduraran.

Y busqué y subí y fui preso entre las alas del amor

Sin distancia y sin recuerdos

En las arenas de esta soledad

Presa de un silencio roto

Hijos del amanecer

Que nunca alcanzó esa luz, tan confundida en el placer

Y cierro los ojos, sólo para comprender

Cuánto aguanta un corazón sin el latido de creer..”

                                                                                       Habana Blues

 

            Y así tendrá que ser, tendremos que empezar de nuevo. Tendremos que volver a creer, que volver a reír. Lo que no tendremos es que olvidar. Que todo el esfuerzo, todas las pérdidas, todos los desencuentros, los desencantos, la resistencia, la resiliencia…que todo sirva para hacernos mirar dónde estamos y hacia dónde vamos. Qué es lo que realmente necesitamos y de qué y cuánto podemos prescindir.

Y lo más importante, aprender a vivir. Todos los que queden, tendrán una segunda oportunidad que no se les brindó a todos aquellos que se tuvieron que ir. Utilicemos las oportunidades y simplemente vivamos. Después de todo, este paseo por aquí, sólo consiste en eso.

Con té y con fé

 

 

viernes, 29 de mayo de 2020

Os vamos a borrar con la palabra


      







Yo soy un castillo imperfecto
No necesito más fundamentos que mi voz
Así yo voy construyendo
Con mis virtudes y defectos lo que soy

Lo que mi abuela a mí madre le dió
Lo que mi madre a mí me enseñó
Es un ritual, una contemplación
Una autovalidación

Esta es la lucha en equilibrio
Es el cuento que escribimos
Y vamos a construir.

                                                                      Denise Rosenthal

        Y sin saber cómo, un buen día, un enlace vino a mí y, algo en mi interior dijo “adelante”. No tuve más que hacer el nimio esfuerzo de un simple click, para atravesar ese espejo que nunca supe dónde se hallaba por más que lo busqué. No me había dado tiempo a pestañear, cuando ya le estaba poniendo voz a toda esa gente que tantas ganas tenía de hablar.

         Han sido unos días muy duros, muy dedicados y muy emotivos. Pero salir al ruedo y mirar a los ojos de todas esas personas que han sido tus pacientes o, han perdido a alguien en esta batalla campal y, mientras salen las palabras “obligadas” que no las propias aunque algunas las sienta como mías, otras lo son de principio a fin y, esas sé que son las que llegan de verdad. Las que yo tanto necesitaba gritar y ellos tanto necesitaban escuchar.

       Ver que todos podemos ser uno y que ese uno se convierte en un gigante fortalecido y valiente, capaz de derribar ese muro que intentaba dividirnos, es la mayor satisfacción que me llevo aquí dentro. Tengo el cuerpo cansado de la lucha que nos tocó librar, pero en muchas batallas llega un punto, que todos los soldados se acaban rebelando contra quien los envió a las trincheras desnudos, y cuando eso sucede, es cuando los altos mandos comienzan a temblar. Da igual el muro que construisteis con vuestro egoísmo e ingratitud, lo vamos a derribar.

       Y luego, contadme; ¿Cómo vais a luchar contra los soldados y el pueblo unidos? Ya que habéis demostrado que no tenéis ni empatía ni dignidad. Recoged vuestros inmorales detritus y largaos lejos, muy lejos, tanto que desaparezcáis para siempre.

Con té y con la mejor arma, la palabra.

sábado, 11 de abril de 2020

#tevasperotequedas


       

Tú me enseñaste a trabajar con una sonrisa
a luchar siempre en primera línea y no esconderme,
a defender esta nuestra profesión,
a no ser conformista.
Y, ahora, te vas y tengo que volver
a tragar saliva, a aguantar de pie,
a trabajar tragándome las lágrimas.
A mi amigo, maestro y compañero de tantos años,
nos dejas un gran vacío y demasiados recuerdos.
Que tu lucha no caiga en saco roto.
                                                                         Ana I. Nogales


        Hoy no me salen las palabras, tan sólo me sale la rabia que llevo dentro y a la que acompañan las lágrimas. Lo llevo denunciando por redes sociales desde que comenzó a pasar, escribí cartas a las secciones sindicales, a periódicos y al final, aquí llega el resultado: Mi compañero desde los comienzos de mi profesión, ese enfermero que tanto luchó por nuestra profesión, fallece no sólo por esta lacra, sino por la mala gestión que han hecho con nosotros, haciéndonos trabajar sin protección suficiente y adecuada. En una de sus últimas cartas, el gerente decía que a nadie le faltaba equipos de protección individual (EPI). MENTIRA de la gorda. Tenía que haber entrado él ese día a quirófano en el lugar de mi compañero y haberse contagiado él, a ver que nos tenía que decir luego.

     Todos los días al comienzo de la jornada, comienza siempre la misma lucha, donde están los EPIs y las mascarillas? Y, a estas alturas de la película, me parece mentira que todavía haya compañer@s que me digan que siempre me estoy quejando. ¿Cómo es posible que ni en esta lucha estemos unidos y nos dejemos pisotear de esta manera? Os parece ahora, después de que esta mala gestión se haya cobrado la vida de mi amigo y compañero que, ¿sigo siendo muy quejica?. Sólo le pido a Dios, porque no tengo a quien pedírselo, que no caiga nadie más, porque todas estas vidas a lo mejor se pueden evitar truncar si sois capaces algún día de abrir la puerta esa del miedo que lleváis encima y de paso empezáis a abrir la boca para que podamos trabajar en condiciones óptimas.

         Que la vida de mi compañero, no caiga en saco roto. Él si estuviese aquí, hubiese luchado contra viento y marea por todos nosotros y lo sé de buena tinta porqué él fue el que me enseñó a luchar aquí. Unámonos todos de una vez y pidamos responsabilidades por todas estas negligencias que se han cometido con todos nosotros. Cuando todo esto pase, más de uno tendrá que rendir cuentas, porque en mi pueblo, queridos señores gestores, cuando una gestión inadecuada permite que los profesionales fallezcan, tiene un nombre, que yo no voy a decir, espero que un Juez tenga los suficientes para decirlo.

Con té y con rabia.

martes, 24 de marzo de 2020

Carta al listo de turno


   
Estaba claro lo que había detrás


Querido Superdoctor que adoctrina en las redes sociales a todo bicho viviente y que se autoproclama en sus discursos el representante de toda la Sanidad  Pública;
         Cuando comenzó con sus discursos graciositos hacia esa juventud que vivía ajena a lo que en la sociedad acontecía (no en este momento, siempre), nos hizo mucha gracia y con el lema de #quedateencasa subió como la espuma. Pero le recuerdo, que todo lo que sube baja.

         Cuando ya comenzó con sus discursos sobre “su”Andalucía, y el desprecio más que evidente que usted demuestra sibilinamente en las redes sociales hacia Madrid, le diré como Enfermera de UCI de la Sanidad Pública que, si se destina más material hacia Madrid que hacia Andalucía, será porque aquí triplicamos y cuadruplicamos la tasa de covid-19 que ustedes tienen allí para nuestra desgracia. Que salir diciendo alegremente que “para qué queremos más respiradores” es harto insultante y más decir que no hay personal para trabajar. Y para rematar la guinda del pastel, abre la boca bien grande para decirnos que en Madrid nos vamos a morir TODOS. Perdóneme usted, han muerto ya muchas personas (le aseguro que vivo la desolación de esto día a día) y seguramente mueran más, de ahí a que “vamos a morir todos en Madrid” va a ser que NO. Como le puse en su Instagram, le invito a que deje de coronarse gurú de la Sanidad porque le aseguro que a una gran mayoría del colectivo NO NOS REPRESENTA en lo más mínimo con esa falta de respeto a la hora de hablar.
De paso, le invito a hacer un recorrido hacia atrás en el tiempo y antes de llamar ASESINOS a los políticos que tenemos actualmente, piense como debería usted nombrar a todos aquellos que desmantelaron la Sanidad Pública, se embolsaron millones de euros de la misma para financiar sus partiditos políticos, nos robaron una paga de nuestro sueldo para rescatar al banco que repartía tarjetitas black  para sus amiguitos y engañaba a una gran parte de la población anciana con las putas preferentes. Cerraba CINCO MIL CAMAS, DESPEDIA 2500 MEDICOS Y MAS DE 3000 ENFERMERAS. Todo eso no aparece nunca en sus discursitos rellenos de inquina. A lo mejor es que después de eso y el saqueo a las arcas públicas, les tenemos que dar las gracias porque nos han dejado en una situación cojonuda para enfrentarnos a un problema de esta índole.
Sinceramente, empezaste cayéndome bien y la realidad es que no me haces NI PUTA GRACIA. Que te hayas puesto seudónimo de superhéroe sanitario ya me dice bastante, pero te aseguro que no lo eres por muchos seguidores que tengas, aquí héroes somos todos, llegas tarde para colgarte medallitas de supermédico ingenioso y graciosico.
Bastante tenemos ya con lo que acontece, la gran mayoría de tus compañeros curran y sufren y no salen todos los días en las redes diciendo burradas por su boca y te aseguro que hablar sabemos todos un rato.
Así que, después de todo, le borro de mis redes sociales porque no necesito a estas alturas de mi vida que un simpatizante del señor Abascal venga a darme lecciones de vocabulario pueril.

Con té de quedarme agusto.





viernes, 20 de marzo de 2020

A mi hijo


      

    
  Sé que si lo hacemos juntos, todo puede ser posible,
sólo si lo hacemos juntos.
2008, Sierra de la Culebra


        No puedo dormir, me desvelo últimamente en mitad de la noche, sin pesadilla alguna, simplemente es desvelo. Mi cabeza empieza a girar enloquecidamente, se me agolpan recuerdos, buenos y malos. Se acaban mezclando con lo vivido ayer o anteayer, con lo que acontece. Todo acaba formando una maraña tal, que volver a conciliar el sueño se hace harto difícil, imposible. Esto se une a mi trabajo, actualmente agotador y se remata con la falta de afectos físicos. El resultado es un bajón emocional considerable y obvio.

         Y, cuando regreso a mi anémona, veo que no estás. Que justo cuando comenzaban los problemas, decidiste y, tristemente para mí, tu decisión fue la de no quedarte aquí. Y, a lo mejor, es la más acertada por tu parte, nunca lo sabré, lo que sí sé es que yo lo di todo por ti, hasta lo que no tenía. Quizás ese fue mi error, tampoco lo sé. Pero en mi maraña vespertina, aparece también la idea de que a lo mejor ya no te vuelva a ver y la angustia entonces se instala en lo más profundo de mi alma y pienso que no me despedí de ti cuando te fuiste porque ya no nos abrazábamos por prevenir.  Y cada día hago el mismo ritual, de entrar a tu cuarto a abrazar tu almohada, esa almohada que en tiempos ha fue mía y que ahora huele a ti como si estuvieras y, lloro con un desconsuelo que quizás no tenga sentido, pero que no puedo evitar. Miro el teléfono para ver los quinientos veintitrés mensajes de chorreces al día pero no apareces en ninguno y entonces borro casi todo y a veces sin mirar. Luego me pongo mi armadura y regreso a la lucha diaria, estoy en primera fila de batalla, es muy fácil errar y que el enemigo acabe venciéndome y, tan sólo una cosa me mantiene en pie luchando sin parar después de no dormir, volver a verte.

         Cuando llega la noche, sigo pidiendo, (como cada noche desde el día que naciste), a las estrellas que te protejan cada día, doy un achuchón a mi mascota que es el único ser vivo al que puedo achuchar y vuelvo a intentar dormir sin conseguirlo. No sé cuánto durará esto, ni siquiera sé cuántos seguiremos aquí. Y, sí, sé que tú piensas que esto no es para tanto, yo también tuve tu edad y creía que a los míos nunca les tocaría. Esa no es la realidad y a mí me lo demostró la vida, con tan sólo veintiocho años me quedé sola, me arrebató de un plumazo a todos mis seres queridos y hasta ese momento, no fui consciente de la realidad. La factura de vida que se va a cobrar, no va a ser ninguna broma. Sólo sé que me falta el motor que movía mi vida, la D con la que la suma (A+D) siempre daba uno. Me siento cuasi-vacía inmersa en una lucha de descontrol y desenfreno. Y no debo, sé que no debo, pero sigo dando vueltas a porqué, llegado el final, me encuentro aquí sin ti. Quizás nos vamos como venimos, y así sea como deba estar. Quizás contigo acabe ablandándome tanto que no valga para luchar. Quizás sea verdad eso que dice ‘lo que no te mata, te hace más fuerte’. Tampoco lo sé.

       Sólo espero despertarme un día, abrir la puerta de tu habitación y verte como duermes, volver a cerrar y volver a presenciar una sonrisa en mi alma. Nunca sabrás cuánto te quiero.

Sin té de tener-te, con tu chocolate de kit-kat y con pañuelos.




lunes, 16 de marzo de 2020

No está el horno para bollos



   Agotamiento; “Dícese del gasto o consumo total de algo”
                          “Cansancio extremado”.

         Esa es la palabra de cada día al terminar mi jornada laboral, agotada de tanta tensión que acumulo y guardo mientras me muerdo la lengua todo lo que puedo, a veces hasta que sangra, por no decir todo lo que en ese momento me pasa por la cabeza. Por no llorar todo lo que en ese momento me saldría del alma.

         Que nos han castigado está claro, por egoístas, irresponsables e insolidarios. Y, ahora de repente, cuando nos quitan casi todo y nos encierran en casita, (algunos rodeados de muros de papel higiénico), es cuando empezamos a ser conscientes de lo inconscientes que hemos sido SIEMPRE. De lo mal que lo hemos hecho casi todo y de que toca POR FIN el tiempo de unirse, de la solidaridad mal que les pese a muchos, de arrimar el codo aunque sea desde lejos y dejarnos de tantas gilipolleces.

         Toca priorizar y por fin nos acabamos dando cuenta MENOS MAL, que la SALUD es lo primero y si es lo primero de la pirámide a la hora de vivir, tendrá que ser lo primero para TODO. A ver si empezamos a tener más cabeza a la hora de repartir presupuestos y priorizar por las armas, los señores políticos, monarcas de pegote para rellenar revistas, pateadores de pelotas ‘megatatuados’ de estupidez y gilipollas a los que encerrar en un islote para que se maten entre sí a base de pasta, y no de la comestible precisamente.

         Vamos a dejarnos de chorreces carpetovetónicas que ya, en el siglo veintiuno no hacen ni pizca de gracia, y vamos a ponernos a lo que toca, y lo que toca es ser responsable e intentar hacer lo mejor posible las cosas. Si lo hacemos bien (o al menos intentamos hacerlo lo mejor que podamos), todo acabará saliendo bien.

         Yo, recluida en la anémona me hallo, tan sólo saldré de las aguas para ponerme los zuecos y arrimar el hombro hasta acabar agotada y regresar. Es lo que toca y hasta que me dejen irme a descansar al Punto Nemo, aquí estaré en primera línea de batalla junto a mis compañer@s de fatigas, tod@s para un@ y viceversa.

Con té y cogiendo fuerzas
        

viernes, 28 de febrero de 2020

A cada cerdo le llega su San Martín



Voy a volverme como el fuego
Voy a quemar tu puño de acero
Y del mora'o de mis mejillas
Saldrá el valor pa cobrarme las heridas
Porque malo, malo eres.
                                                      Bebe


   Hay días, que aunque en el cielo resplandezca un sol brillante, se puede desencadenar una tormenta formidable. ¿Porqué no un día como hoy? Nunca es tarde sea o no la dicha buena. En este caso ha habido tormenta con rayos, truenos y redobles de anticipación a la Semana Santa.

   Eso sí, como a una desde muy pequeñita le enseñaron en su casita una cosa que se llama “educación”, y por supuesto, a no tolerar ni consentir la falta de la misma, pues hoy redoble con traca y confeti y, sin final  feliz of course!.

   Entre leyes, letrados y juristas me hallo, haciendo filigranas cordobesas hoy que es el día de Andalucía. Que, aunque no soy muy carnívora per se, una buena matanza a tiempo nunca está de más ni de menos. Esto deja más que claro, que a todo cerdo, cochino, puerco, gorrino, marrano, animal sucio y maloliente, le llega por suerte o por desgracia su San Martín. En este caso que nos acontece, para suerte porque nos vamos a inflar a chorizos, pancetas, tocinos y jamoncitos y todos estos manjares, los vamos a pasar por el gaznate, brindando con un vinito de atrezzo que marine bien con lo expuesto.

   Así que en breve brindaremos por ese repelente “caga-orquídeas”, cochambroso y deshonesto, por su santo y por nuestro festín con perdices incluidas y sin principitos ad hoc.

Con un té mientras cargo..apunto….

martes, 18 de febrero de 2020

Y tú... qué harías?



"Yo no quiero un amor civilizado,
con recibos y escena del sofá...
yo no quiero que viajes al pasado,
y vuelvas del mercado con ganas de llorar...
yo no quiero vecinas con pucheros,
yo no quiero sembrar ni compartir,
yo no quiero catorce de febrero,
ni cumpleaños feliz...
  Yo no quiero cargar con tus maletas,
yo no quiero que elijas mi champú,
yo no quiero cortarme la coleta,
mudarme de planeta, brindar a tu salud...
yo no quiero comerme una manzana,
dos veces por semana, sin ganas de comer...
yo no quiero calor de invernadero,
yo no quiero besar tu cicatriz,
yo no quiero Paris con aguaceros,
ni te quiero sin ti..."
                                                       Joaquín Sabina

   No quiero ser rica para tener un casoplón y no saber con qué rellenarlo, y al final, como acaban todas estas cosas, se acaban rellenando de floripondios que no sirven absolutamente para nada más que adornar una estancia. Para museos me voy al Prado.

     No quiero poseer uno, dos o tres cochazos, para desplazarme no necesito que mi coche posea un logo con anillitos ni que venga el chófer de la Reina Madre con su super Rolls Royce, que no discuto que no sean más o menos bonitos, pero no me aportan nada más allá de lo que ya tengo.

   No quiero poseer joyas por doquier, odio los pedruscos y los abalorios que no hacen más que ir diciendo a gritos “por favor, róbame” y que tampoco aportan a mi vida algo más allá de lo que me aporta una piedra.

   Sólo compraría una cosa puesto que, se supone que en esta vida todo tiene precio. Sólo compraría mi libertad: Para vivir sin ataduras, sin alarmas endemoniadas. Para marcar mi propio compás de vida, mi propio rumbo y ser la dueña absoluta de mi tiempo. Porque el casoplón, el cochazo y el pedrusco lo único que me aportarían serían más ataduras aún de las que ya tengo y no quiero. Quiero ser libre con todas las letras.

Con té y con sueños por cumplir.

sábado, 15 de febrero de 2020

A la primera persona


   

"A la primera persona que me ayude a comprender
Pienso entregarle mi tiempo, pienso entregarle mi fe
Yo no pido que las cosas me salgan siempre bien
Pero es que ya estoy harto de perderte sin querer, querer.."
                                                   Alejandro Sanz


    Aquel primer regalo, el que me hizo entender que los mejores regalos, son aquellos que se hacen con el corazón sin necesidad de comprarlos. Aquel grafiti a tiza que quedó grabado en mi retina por el resto de los años. Cuando miro la foto, llega a mí el olor de la crema de avellanas que se colaba por las ventanas a la hora de la merienda mientras yo miraba absorta aquellas letras.

      Cuánta inocencia y cuánta ignorancia portaba en mi maleta. Creíamos en el amor eterno, en la felicidad continuada. El primer amor y el primer desamor. El encontronazo de bruces con la realidad de la vida y el tener que reconocer a mi madre, con todo lo que me costaba en aquellos momentos hacerlo, que tenía toda la razón cuando decía “Anabel, nada es para siempre”, por supuesto seguido de “como te vea llorar por un chico te mato”. Una dosis de racionalidad y una de vísceras a punto de caramelo. Y de esa forma iba aprendiendo, con una de cal y una de arena por parte de todos los que me rodeaban.

    Sólo tenía dieciséis años cuando me vestí de resiliencia aquel día que lo dejamos. Aprendí a levantarme de mis caídas al minuto uno, a tragarme las lágrimas “pa” dentro, a volverme más irresistible a la par que más recta. A saber esperar en mi puerta tu paso por ella y a dejar en tu corazón una muesca. Esa que cuando asoma, te recuerda que siempre fui tu “cuenta pendiente”, esa cuenta que nunca fuiste capaz de saldar por tu mala cabeza.

    Benditos aquellos dieciséis, aquel primer amor sin beso y con ganas. Aquellas estupideces que creaba continuamente mi cabeza. Bendito el aprendizaje de vida que me ha llevado a ser quien soy a pesar de errar tantas y tantas veces. Hoy pasé por la plaza, he de confesarlo, siempre miro a la pared aquella, aún a sabiendas que ya no están aquellas letras. Aún así, yo las sigo viendo allí, como si estuvieran, y vuelvo a revivir aquellos días tan felices que tuve la suerte de vivir y tener en mi memoria. No puedo hacer otra cosa que dar las gracias a la primera persona que me abrió su corazón y que siempre llevaré en el mío.

Con té y con tiza.

jueves, 13 de febrero de 2020

Y se hizo la ley... y se hizo la luz.



“Quien quiera vivir que viva, pero a los demás que nos dejen morir dignamente”.
 Fernando Cuesta


         Y por fin, de la podedumbre de la oscuridad, se hizo la luz un 12F, anunciando una ley que era tan necesaria como respirar. Que nadie ( que lo decida por supuesto), tenga que padecer nunca más, el inmenso sufrimiento, inalcanzable para la imaginación de la mayoría, pero tan visible como horrible  para todos los que cada día, lidiamos con nuestros pacientes, muchos de ellos en estadío terminal, muchos otros ya muertos en vida, sometidos al dolor más insoportable, el del alma. Obligados por haber debutado con una enfermedad terminal, a caminar por la senda del encarnizamiento terapeútico “hasta que el cuerpo aguante”. Si los miras a los ojos, no hace falta que hablen para ver, como tras esa indefensión se esconde la súplica de la paz, de su paz, de que dejemos de disponer de sus vidas sin su consentimiento ni su visto bueno.

         Y que tengamos que escuchar “paletadas” como que algo así obedece sólo a recortes sanitarios o al reconocimiento del derecho a matar. Hay que tenerlos cuadrados. Les cambio a todos ellos por unos días el lugar de estos pacientes, su dolor, su sufrimiento y el sufrimiento de los que le rodean. Qué fácil es hablar sin estar en el lugar del otro, que falta de empatía y de moral  y cuánta “moralina” de baja estofa y gratuita.

       Es más ético el sometimiento con sufrimiento mantenido, el no querer asumir que tu paciente se está muriendo y seguir alargando su sufrimiento porque de repente alguien les ha hecho “esclavos” de sus vidas y de sus cuerpos y su voz no vale nada, su voluntad queda anulada y sus defensas abatidas por el real cuerpo de señores iluminados que te obligan a que tienes que sufrir cómo y cuánto ellos decidan para poderte morir.

        Pues queridos iluminados; Espero que por fin, todo el mundo que lo precise, reciba unos cuidados paliativos dignos de cada persona que se preste. Que el caminito de la tortura y el dolor quede reducido a la analgesia requerida, al bienestar de cada persona lo que le reste de vida y a decidir morir con dignidad, sí con dignidad, esa palabra que tanta risa les provoca en sus horripilantes dentaduras pero que no significa otra cosa que  la actuación CORRECTA ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable o en fase terminal. Empiecen a RESPETAR  la decisión de cada persona, porque somos libres para vivir y para elegir por mucho que les pese. La esclavitud se abolió hace ya bastante, aterricen de una puta vez.

Con té, con mi libro en marcha y con más esperanzas que nunca.

P.D. Fernando Cuesta tuvo que viajar a Suiza para poder poner fin al sufrimiento provocado por la E.L.A. y por la falta de empatía y la negativa a dejarle decidir. Este relato va por todos ellos, que lucharon contra viento y marea por poder elegir una muerte digna.


jueves, 16 de enero de 2020

De como el 1 se convirtió en 4


        

O de cómo un posado en un robado y viceversa



        No recuerdo haber posado nunca para ser inmortalizada en óleo. Admito que si me lo hubiesen pedido, hubiese aceptado sin miramientos, eso sí, con las zapatillas de caminata ad hoc y vestimenta que la ocasión requiriese. No debió pensar así nuestro amigo John William y realizó en su época, allá por 1901, cuando una aún era joven, lo que a día de hoy se define como un “posado robado”. Mi sorpresa en uno de mis días de caminata fue monumental, al entrar a la Royal Academy de Londres y verme allí retratada de esa guisa, atusándome la despeinada cabellera con aquel peine que aún conservo entre los recuerdos del siglo pasado.

     Tuve a bien escribirle, tras observar algún otro cuadro de “robados”, para proponerle un posado en toda regla y salir como Dios manda y no de aquella manera. La respuesta no se hizo esperar y William me citó para realizar un encargo para el libro “La dama de Shalott”.

        Cuando llegué a su morada, observé que tenía la entrada llena de rosas (¡mi perdición!). No pude reprimir el instinto que me impulsa a olerlas como si las pudiese poseer y, tuve que controlar la tentación de arrancarlas para tenerlas. (ya expliqué en una ocasión mi pasión por las rosas). Le vi, mirándome fijamente por la ventana, juraría haber oído un “click” que pasó desapercibido a mis oídos a causa de utilizar tanto mi olfato. En su morada me regaló una caja. Mientras la abría volví a escuchar el “click”. Nos fuimos a un lago y allí me desprendí de mi manto floral y con un vestido blanco inmaculado y el pelo al viento dentro de una barca, me inmortalizó de nuevo. A mi regreso, encontré una carta en la anémona, firmaba John William;

Le doy de nuevo las gracias y me encuentro en el deber de confesarle, que este cuadro estará en alguna de las galerías de Londres, pero me reservo para mi colección privada uno al que he llamado “the soul of the rose” y otro “La caja de Pandora”, no pude evitar plasmar ese momento suyo con mis rosas y la caja. Le queda eternamente agradecido…”

Y así fue como John inició una colección hace más de cien años y de uno hizo cuatro.

Con té, con óleos y recuerdos.

Tres, eran tres






La mente cuando baja la marea
Por puro instinto de conservación
Intenta cauterizar cada huella
Que deja atrás el paso del amor.

La mente cuando baja la marea
Mostrando la estructura del dolor
Activa un mecanismo de defensa
Para que no se ahogue el corazón.


                                                                         Yuri




Tres eran tres…los que danzábamos. Ella decía que éramos un número imperfecto y él decía que era ideal. Era obvio, ella corría-danzaba tras sus huesos, él tonteaba entre los huesos de ella y mi indiferencia y yo, sólo corrían tras el compás de la música.
A veces, me pregunto por qué habré sido tan jodidamente correcta en cada momento. Por qué cada trabajo, para mí tan sólo se acababa resumiendo en eso, puro trabajo. Parecía que el refrán ese tan famoso, “donde tengas la olla….” lo había inventado yo. No sé por qué me negué tanto a mí misma y al resto.

Quedábamos a solas, los tres, cuando ya habían pasado años de aquellos ensayos de academia, para seguir viéndonos. Había algo que me hacía retroceder sin querer y no me dejaba liberarme, eran mis amigos y seguía viéndolos como trabajo, pasado, pero trabajo. y, así transcurrían nuestras quedadas entre una casada, un soltero, una separada y el baile que nos acompañaba. 
Una vez me contaron entre risas, que años atrás se liaron. Algo en mí se removió por dentro sin saber por qué, yo tuve esa oportunidad miles de veces y no la quise, no entendía a qué venía aquel malestar sin sentido. Cuando ella se levantó para hablar por teléfono, él me hizo la pregunta del millón y, yo, sólo supe responder,  -Eres mi amigo-. Y allí quedó con la imagen fría y la mirada ausente. No me entendió, ni siquiera yo supe entenderme.

Fue la última vez que estuvimos juntos los tres. A veces miro las fotos, he cambiado tanto mi forma de pensar, que si ahora estuviese manteniéndome entre sus brazos, jugando a soltarme, hubiese caído con gracia soberana y sin despeinarme en la vorágine que su cuerpo anunciaba cada día.



Reniego de todos los prejuicios que vivieron en mí, que no me dejaron ser todo lo libre que pude. Hace poco tiempo decidí despojarme de todos ellos y mandar el refrán lejos no, lo siguiente. Se trata simplemente de vivir, de soñar y ser libre.

Con té y bailando a solas.