domingo, 21 de octubre de 2012

¡¡Ah’ usté a la mierda!!







A la mierda



Me pregunto quién inventó esa expresión, a quién se le ocurrió un buen día que podía mandar a cualquier persona a semejante lugar en el mundo. Y sobre todo, cual era en principio el fin de que alguien acabase encontrando tan grato lugar; ¿el de rebozarse y darse la vuelta?, ¿el de quedarse allí inhalando tan agradable aroma?…se me ocurren infinidad de preguntas a ese mandato tan popular a la par que gracioso. Luego una vez, ya metidos en materia, los hay que adornan la frase con un añadido extra para darle un alcance un poco más escatológico por si anteriormente no lo era, y continúan el imperativo con frases como……”y cómetela”.



 Sea como fuere, lo cierto es que alguna vez, todos hemos utilizado tan divulgado mandato cuando nos han tocado a base de bien los alvéolos pulmonares, y alguna vez habremos añadido alguna coletilla a la orden, cuando los tocamientos van más allá. Podría traducirse en un “envío en paquete express sin retorno a un lugar bien lejano, donde no te vuelvan a ver nunca más”.


 El caso es que, he estado ensayando y he comprobado, que cuando se ejercita dicha expresión a solas, y a ser posible, con el tono de voz más elevado que uno encuentre en su registro fonatorio, se produce en el cuerpo una liberación brutal de endorfinas desde el hipotálamo, cosa que excita, relaja y analgesia. Quién lo inventó, seguramente no pensaba en una medida terapeútica, pero la realidad es que si hubiese que extenderlo en una receta, el gasto originado por tal medicamento seria descomunal.


 Conclusión; Recétese a sí mismo de vez en cuando, una dósis, o más, de esta frase tan peculiar y tan reconstituyente.



                                                                                   13 Enero 2012

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