“Y aunque el suelo queme, miro hacía alante, aunque ande cansado, créeme soy un amante que teme amar demasiado, he aceptado mis dilemas, mis delirios, mis letargos, he retado al equilibrio y no consigo derrotarlo, he visto al presente a mi lado pasar de largo, he llorado sangre escribiendo un pasado amargo, he perdido el miedo y hasta el cielo de tu boca, más yo vivo donde hasta la floja cuerda quede rota, llamémosle la cuerda floja”
Nach
Como el acróbata caminando con un par de zuecos y en la cuerda floja. Ese es el camino que me está tocando recorrer en éstos arduos momentos. Porque el conocer y tener las ideas claras de las cosas (que no el ánimo o la intención) se complica a veces sin motivo, movido o no por el transcurrir de las vivencias, las convivencias y las disidencias.
No sólo me resulta costoso y peliagudo mantenerme en pie en dicha situación, sino que se suma al agravante intentar que, el que mantiene el equilibrio en el otro extremo de la cuerda y va descalzo, no caiga por mis torpes movimientos infligidos sin querer.
Desde que en mi sumatorio se resta un treinta por ciento de descuento de diestra audición, los malabares y las acrobacias no son santo de mi devoción. Mis zuecos se rebelan ante tal situación malvenida y no llamada ni querida. Mi cola amenaza con aparecer en cualquier momento por los pies y pasar del equilibrio al testarazo descomunal. Mis manos estiran mis brazos intentando asir las tuyas para no caer…….para no caernos.
Quiero y ansío vencer, pasar funambuleando la cuerda y volver a caminar o en su defecto, a nadar por mi mar y sin zuecos, junto a ti.
23 Julio 2012
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