En mi soledad sucumbo a mi otro plano, ese que sólo soy capaz de ver muy de vez en cuando. Me sumerjo en su interior para abrir la puerta de esa dimensión y evadirme por unos momentos, minutos……horas…….noches….Me entrego huyendo del presente que me ofusca y me dejo abrazar por la caída libre al espacio exterior, con la sensación de sentirme entre algodones para amortiguar la caída. Sensación de aire fresco en mi garganta que alivia la congestión agridulce que fluye por mi saliva.
Me dejo caer, como en esos sueños en los que te precipitas al vacío sin saber cómo y dónde está el fin, sin pensar en nada más que en no querer seguir pensando. En encontrar mi integridad perdida en los arañazos del rallador de pan. Y me noto casi cayendo-casi flotando, con una pequeña elevación de los niveles de adrenalina y una exaltación de mis endorfinas que hacen que en mi boca se dibuje una sonrisa y mi corazón lata al revés.
Entrando y saliendo del plano superior. Rescatando mi paz interior y mi alegría. Rescatándome a mí misma.
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